4/03/2011

Lo gracioso de la vida

El buzón vacío, el ascensor en el octavo. Decide ir por las escaleras y en el tercer piso se cae de cabeza y se estampa contra una puerta.
-¿Estás bien?
-Sí. ¡¿Pero bueno Álvaro que haces tú aquí?!
-Pues… eh, esto mi tía que vive aquí.
-¿Ah sí?  ¿Cómo se llama?
-Eh… no lo sé, nunca la he visto, la voy a conocer.
-¿Sabrás el piso no?
-Claro, es… eh… el décimo.
-Sólo hay hasta el octavo.
-Pues octavo, eso, es que me lío con los números.
-¡Pero si tienes un nueve en Mate!
-Ya… bueno, chau.
-Espera, te acompaño.
-No, mejor voy solo es que…
-¿Qué? Me parece que tu tía no vive aquí, ¿verdad?
-La verdad, no.
-Y entonces, ¿qué haces aquí…?
-Ahora… no te lo puedo decir –dice el chico, sonrojado, mientras se va corriendo por las escaleras-.
La chica se queda pensativa, y se frota el chichón que tiene. Está muy, muy colorada.
-Hola, ¿hay alguien en casa?
 No hay respuesta. Va a la cocina y se encuentra una nota:
‘’Hemos ido al hospital, a ver a tu tío, Belén está en casa de su amiga, prepárate algo de comer. Un beso’’.
Suspira, aún está roja por lo que acaba de pasar, así que decide hacerse una ensalada y tomarla en la terraza. Ve al chico, al de por la mañana. Tiene un perro, o perra, vaya, un Yorkshire, qué lindo. Además tiene un chichito, ¡qué cucada! Sonríe, le dan ganas de gritarle y preguntarle su nombre. En lugar de eso, baja corriendo a la calle pero, cuando llega, no lo encuentra y vuelve a casa decepcionada. Termina de comer y enciende su portátil querido. No hay nadie. Espera un rato, enchufa los cascos y empieza a ver El diario de Noah. Acaba llorando y va al baño a lavarse la cara antes de que lleguen sus padres. Cuando va a cerrar el ordenador, ve un anuncio de una colonia: Sweet no sé qué. El envoltorio es naranja, se acuerda de él…
Llama a la pandi, quedan a las cinco en los Marineros para jugar al fútbol.
Aún son las cuatro, se aburre y empieza a dibujar. No sabe qué pintar… ¿una zanahoria? Qué obsesionada está… pero… ¿para qué la habría seguido?
Cuatro y media. Decide llamarlo para ver si baja.
-¿Sí?
-Hola, soy Alba, ¿puedes venirte hoy a los Marineros a jugar al fútbol?
-Sí, ¿pero a qué hora?
-A las cinco.
-¿Me timbras?
-Claro. Hasta luego.
Por fin, las cinco. Sale y lo timbra. Increíble, en dos segundos ya está abajo. Van a los Marineros, envueltos en un incómodo silencio. Bastante juntitos, hasta parecen una pareja.
-¡Por fin llegáis! -les gritan-.
-Venga va, ¿los equipos cuáles son? -pregunta Alba-.
-Chicos contra chicas –le dicen-.
Decepcionada, se va a la portería. Bueno, se alegra pensando en que puede tocarle defender y estar con él.
Seis. Llegan allí Francisco y los gemelos Osmar y Victorino, todos en plan cani.
-Qué, ¿sois chonis o nacisteis muy estirados? –bromea Lara-.
-Ja-ja –le contesta su ‘’amorcito’’ Victorino-.
Van 12-12 y deciden hacer un descanso. Francisco tiene que ir a su casa y le dice a Paola que lo acompañe, y ella acepta encantada.

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